Agradecemos profundamente al Mtro. Antonio Emmanuel Berthier su diligencia alegre y entusiasta al gestionar todo lo necesario para que esta presentación pudiera realizarse. Que sea el augurio de futuras y fructíferas contribuciones conjuntas.
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TEXTO DE LA PARTICIPACIÓN DE LA
MTRA. OLGA HERNÁNDEZ RAMÍREZ
“Siempre que el hombre se siente removido y conmovido en último fondo
por el dolor, no puede huir esa hora sin que el hombre levante sus ojos
interiores espirituales a lo eterno y a lo absoluto y lo anhele en voz alta o
baja o en la forma de un grito aunque sea inarticulado”.(Max Scheler)
La certeza de la muerte está
siempre presente en el horizonte de la vida. Somos seres para la muerte como
establece Heidegger. La muerte es algo
que sólo conocen los que tienen la suerte de vivir, los que preparan las pompas
fúnebres. El ritual de los muertos es un
ritual de vivos.
Entre las manifestaciones más
claras de la interdependencia entre el hombre chatino, la naturaleza y el
cosmos, el ritual de la muerte es el más trascedente.Para el chatino la muerte
implica de suyo un compromiso de reciprocidad simétrica que busca una sociedad
fraterna e igualitaria en el compartir y la compasión.La muerte es
entendida como oportunidad de fortalecer
lazos que dan identidad y pertenencia a la comunidad indígena; se afianza el sentido
de comunalidad, entendida ésta como la voluntad organizativa que descansa en el
trabajo; trabajo para la construcción, para el goce y para el dolor, el dolor
de la muerte.
La muerte es oportunidad de
hermandad social, de hacer pueblo en la más grande tragedia humana. La
comunidad es la estructura de nuestra organización, en ella se define cada ser
chatino.Bajo este criterio, la interpretación ritual de la muerte en San Marcos Zacatepec, exige la valorización de la otredad
personal y colectiva en la polifonía cultural actual bajo un esquema de respeto
a la multiplicidad de relaciones con Aquél en quien creemos.
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TEXTO DE LA PARTICIPACIÓN DEL DR. RAMIRO A. GÓMEZ ARZAPALO DORANTES
En este libro, los textos que se conjuntan parten de la vivencia religiosa descentralizada de la fuerza centrífuga de la Cultura Occidental, enfatizando más bien la experiencia local y focalizada de los fenómenos religiosos vividos con fuerza y vigor en la intimidad de los pueblos tradicionales de América Latina, preferentemente de México, pero con aportes muy valiosos y sugerentes desde Colombia y Argentina. Así, desde este punto de partida, puede considerarse como un aporte a la revaloración positiva de la diversidad humana en un campo tan controversial como es la religión. La realidad es eminentemente plural, a contrapelo de la tradición filosófica griega tan optimista frente a lo Uno y tendiente a la reducción a lo Uno de lo diverso.
Se implica en el desarrollo de este texto, en mayor o menor medida -dependiendo de cada coautor- el complicado y polémico concepto de "Religiosidad Popular", el cual no es considerado como un término peyorativo ni como un juicio de valor respecto a la validez de una práctica cultual en la medida de su acercamiento o lejanía con una postura "oficial". Más bien, se le toma como una herramienta valiosa para analizar procesos históricos interculturales que implican mecanismos de reformulación simbólica al interior de grupos culturales que reciben una imposición doctrinal. De esta forma, el planteamiento central a este respecto se ubica en la misma coordenada de los trabajos previos de Gilberto Giménez, Félix Báez-Jorge, Johanna Broda y Luis Millones.
Se pretende entonces una revaloración del ámbito de la materialidad en las expresiones religiosas populares, pues los ámbitos de la inmanencia y trascendencia son tratados al interior de los sectores populares de una forma diametralmente opuesta al ámbito religioso institucional. Esto definitivamente contribuirá a propiciar un entendimiento de lo sagrado cifrado desde otros horizontes culturales favoreciendo el respeto por la dignidad de la diferencia que implica la no-asimilación de lo Otro, para que permanezca otro.